Recuerdo que en mi época escolar, mi maestra nos solicitó que dibujáramos en la clase de arte, cómo nos imaginábamos el futuro. Tanto entre mis compañeros como en el mío propio, no faltaron bosquejos bastante llamativos, donde destacaban un gran conjunto de edificios de grandes dimensiones y colores; dibujos que contrastaban con las casas de no mas de 2 pisos que conformaba la pequeña ciudad en donde nosotros habitábamos y vivimos muchos de nuestros años.
Bueno, soñar es gratis, y creo que nuestros amigos chilotes también habrán soñado con tener de vecino, al menos un bosquejo de los edificios que contemplamos con envidia en las películas norteamericanas, o de las edificaciones que los noticiarios santiaguinos exhiben con orgullo. ¿Quien iba a pensar que un consorcio económico iba a materializar dichos sueños?. Como cultura nos hemos grabado de manera inconsciente que tener un edificio que reúna condiciones tales que albergue oficinas gubernamentales, servicios de salud, entidades educacionales o comercio, eleva a dicha ciudad a niveles de las grandes urbes del país.
Por eso entiendo que la municipalidad de Castro haya acogido de buena manera la instalación de un mall dentro de su casco urbano. Sin embargo, el problema salta a la vista: estéticamente da la sensación que dicha estructura "aplasta" a la ciudad; en ese sentido, la edificación es exagerada, que sólo justificaría tal tamaño si lo que pretende es satisfacer la demanda de todo el archipiélago, dada la pequeña población que alberga a la ciudad de Castro.
Curiosamente, los chilotes están contentos, y es comprensible porque para ellos es un gran avance hacia la modernidad; y quienes más critican dicho edificio son, increíblemente, quienes no viven allá. Aparte de sus colosales dimensiones, dicha mole no cuadra con el entorno pintoresco de una de las zonas geográficas y culturales mas bellas de Chile. Honestamente, debió edificarse fuera del centro urbano, a la entrada de la ciudad, para no perjudicar el horizonte pintoresco de la capital de la provincia chilota.
Claramente, acá hubo muchas negligencias: deficiente supervisión de las obras, nulo respeto por el plano regulador, despreocupación por el entorno. Sólo importaba que se levantara un mall, con todo lo que eso significa.
Ojalá la alegría de los castreños no se transforme en desilusión. Y que la empresa responsable cumpla con la promesa de que su mall va a respetar la arquitectura del entorno (¡por favor! no se pongan creativos con sus ideas.... ¡HORROR DE HORRORES!)
Hasta una nueva edición
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