Hoy quiero compartir lo que ha sido de mi vida laboral en este ultimo tiempo, quizás a alguno de ustedes les interese:
Desde el 31 de diciembre de 2013 que no piso un aula de clases, y el tiempo ha corrido demasiado rápido a tal grado que me pilló marzo, y no surgió ninguna oportunidad de prestar mis servicios y mi conocimiento docente a algún establecimiento educacional. Pero gracias a dios tengo mis manos, mis piernas y mi cabeza en buenas condiciones para desenvolverme en cualquier materia laboral. Hoy trabajo en un local de atención al publico de una conocida compañía petrolera, y hasta este momento puedo decir con total propiedad que en este nuevo empleo he experimentado un ambiente laboral que ni siquiera en el mundo de la docencia se logra ver: comunicación fluida y directa con los superiores, presencia permanente de los administradores en el trabajo, respeto y preocupación entre los compañeros de trabajo por entregar consejos, responsabilidad y buena disposición por cumplir con las normativas del trabajo.
Recordando la nefasta experiencia en el Industrial de Concepción, donde nunca me dieron un espacio para guardar mis materiales, incluso en una ocasión me botaron todos mis libros y materiales de trabajo que tenia sobre mi escritorio; por otro lado nunca me dieron las gracias por preparar y leer la reseña del acto del día nacional; donde les molestaba que yo subiera un poco el volumen de la radio (pero eran incapaces de decírmelo a la cara); ademas de tener que retrasar las aplicaciones de pruebas y evaluaciones porque el encargado de la fotocopiadora había renunciado; y en donde por mucho que un profesor se esfuerce por mejorar o aplicar actividades innovadoras y creativas, no había apoyo de UTP (un flojo como él solo). Lo que llama la atención es la nula vocación de algunos de los mal llamados educadores de dicho establecimiento, en donde muchas veces me han dejado con el saludo a flor de labios, o han visto como mis colegas transitan a pie bajo una torrencial lluvia mientras ellos gozan de la comodidad de sus vehículos obtenidos gracias a su mediocre labor. Toda esa vorágine de pesada densidad laboral mostraba lo peor de la actividad docente, donde las puñaladas por la espalda, la chimuchina, las malas lenguas, la envidia, las invenciones y la mediocridad se contrastan con el apoyo solidario y la lealtad mal entendida que se da entre los mismos alumnos. Espero a que con esto de por cerrada esta amarga historia que quiero dejar atrás.
Hoy mi vida va orientada a alcanzar mis metas: Terminar mi magister, darle sustento a mi familia, ver crecer sano y feliz a mi hijo, y desenvolverme como educador, pero un educador de verdad, de aquellos que no solo brinde su conocimiento sino mas bien su experiencia de vida, un inspirador para las nuevas generaciones. Por el momento hice una pausa a mi carrera profesional y estoy haciendo algo que ningún otro colega se atrevería a hacer, y darme cuenta de la versatilidad que uno posee, de poder desarrollar habilidades y destrezas que uno desconocía me reconforta. Se que dentro de un tiempo escribiré una columna dedicada a lo que hoy es mi oficio.
HASTA UNA NUEVA EDICION.