La máxima aspiración de una persona es vivir una vida tranquila y libre de toda clase de problemas, en compañía de sus seres queridos y sin pasar por aprietos económicos. Nuestros padres nos han inculcado que la educación nos ayuda a mejorar nuestras expectativas laborales, por tanto, nos fijamos por meta llegar a la universidad y ser profesionales destacados. Una vez lograda dicha misión, tener un buen trabajo remunerado nos ayuda a tener un buen pasar económico que nos permitirá brindar un futuro próspero y optimista para nuestros hijos.
Este utópico sueño que acabo de describir hoy en día solo se queda en eso, a pesar que buscamos cambiar el rumbo de nuestras vidas: una vida no es suficiente para poder saldar las innumerables deudas a las cuales nos vemos obligados a contraer para poder tratar de tener una calidad de vida ideal. De partida, cursar educación superior nos muestra algo que a nivel de educación básica y media no experimentamos: pagar un excesivo e inalcanzable arancel por estudiar. OJO: las instituciones de educación superior están al tanto de que la mayoría de los jóvenes universitarios no pueden pagar dicho arancel ni al contado ni cubrir las 10 cuotas para pagar los millones anuales que cobran para otorgarte al final de una larga carrera (solo unos privilegiados tienen la capacidad de terminar la carrera en los años que duran los estudios), por tanto, es imperativo hacer todo tipo de malabares para conseguir facilidades de pago que en principio facilitan el pago de los estudios durante los años de permanencia en la universidad.
Una vez conseguido el cartón, los flashes de la ceremonia de titulación y la odisea por conseguir el trabajo soñado, comienza una serie de pesadillas: pagar el crédito universitario, con los correspondientes intereses y facilidades que te recuerdan que tendrás esta carga financiera por espacio de 15 años. Y esto no es todo: luego viene las deudas para poder adquirir una vivienda, auto propio y una gran variedad de bienes y accesorios que te hacen dependiente de las tarjetas de grandes tiendas y bancos, los cuales te ofrecen pagar en cómodas cuotas precio contado sin pie ni intereses, pero que por comisiones de x, y o z razones te van recortando tus ingresos financieros. Y eso que no he incluido el sinnúmero de seguros y beneficios que no sabes cuando, como y para que sirven, pero te los cobran igual. La billeteras no tienen el suficiente espacio para incorporar tarjetas de crédito y débito a la que nos sentimos obligados a utilizar mes a mes.
Solo cuando ves que están proximo a salir de las deudas mencionadas anteriormente, ves que tus hijos han crecido y necesitan financiamiento educativo... el ciclo se repite en ellos y como padres tienes el deber de endeudarte en su educación.
Hasta el momento vemos que con nuestro esfuerzo y sacrificio, absolutamente privado de la capacidad del tan ansiado ahorro que es más claro ejemplo de las economías sólidas en el mundo, solo se benefician las empresas que se encuentran detrás de las instituciones de educación superior, los bancos e instituciones financieras y las grandes empresas que administran nuestra capacidad de consumo, fondos de pensiones y salud.
¿En que momento descansamos de tantas responsabilidades? la vejez no es la solucion: nuestros ingresos se destinan en los cuidados médicos que nos permitan vivir con dignidad el resto de nuestras vidas. En conclusión, nuestra vida ha girado en torno a pagar deudas por una u otra cosa, cuando lo que en verdad queremos es gozar del fruto de nuestro trabajo a lo largo de nuestra vida y compartirlo con nuestra familia.
Ojalá nuestros hijos puedan romper con dicho circulo vicioso y puedan gozar de los sueños que para nosotros son inalcanzables.
Hasta una nueva edición
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